El pan de jengibre es como el cariño, es mejor cuando se comparte. Las personas crean casas de pan de jengibre para hacer sonreír a los demás, pero es mucho mejor cuando las construyen con la ayuda de otras personas.

Este dulce, símbolo de las festividades decembrinas, tiene una historia rica y dramática casi tan deliciosa como el propio pan de jengibre. Lo podemos encontrar en forma de casas comestibles, hombrecitos con incrustaciones de caramelo y hogazas de pan con especies.

Se cree que la raíz de jengibre se cultivó por primera vez en la antigua China, donde se usaba comúnmente como tratamiento médico. Desde allí se extendió a Europa a través de la Ruta de la Seda. Durante la Edad Media fue favorecido como especia por su capacidad para disimular el sabor de las carnes en conserva. Hay quienes dicen que Enrique VIII usó una pócima de jengibre con la esperanza de desarrollar una resistencia a la peste. Incluso hoy en día lo usamos para tratar diversas afecciones respiratorias, estomacales, cutáneas, entre otras.

Según la escritora Rhonda Massingham, en su libro Making Gingerbread Houses, la primera receta conocida de pan de jengibre provino de Grecia y data de alrededor del  año 2400 a.C. El descubrimiento de esta deliciosa fórmula culinaria se extendió por todo el mundo a través del imperio romano y, en el siglo XIV, la elaboración de figuras de pan de jengibre cautivó las cortes reales en toda Europa.

Se dice que fue la reina Isabel I de Inglaterra quien comenzó a ofrecer galletas en forma de personitas a los dignatarios que visitaban su corte como una forma de agasajarlos. Fue entonces, que el pan de jengibre decorado se convirtió en sinónimo de todas las cosas sofisticadas y elegantes en Inglaterra.

Las casas de pan de jengibre se originaron en Alemania durante el siglo XVI y con el tiempo se empezaron a asociar con la tradición navideña. Comenzaron a crecer en popularidad cuando los hermanos Grimm escribieron la historia de Hansel y Gretel, en la que los personajes principales se topan con una casa hecha completamente de golosinas en lo profundo del bosque. Sin embargo, no está claro si las casas de pan de jengibre fueron o no el resultado del popular cuento de hadas, o viceversa.

En el 2013, Texas rompió el record Guinness de la casa de pan de jengibre más grande del mundo. La receta para hacer esta dulce obra arquitectónica requirió de 800 kg de mantequilla, 3.200 kg de harina, 1.600 kg de azúcar morena y 7.200 huevos. Para decorarla se utilizaron más de 23.000 caramelos y piruletas. ¡un total de 35,823,400 calorías!

Hemos heredado el pan de jengibre de muchos tiempos y lugares antiguos, y su historia está llena de tradiciones que hemos hecho nuestras.

El pan de jengibre nos ofrece el desafío de la invención y la construcción. Cada año se llevan a cabo innumerables concursos en todo el mundo para ver quién puede crear la obra más fantástica.

Lo maravilloso de estas creaciones se encuentra en la promesa de un tiempo bien empleado, en el que podrás compartir con la familia o los seres queridos, y, por supuesto, la recompensa final al crear obras de arte culinarias.

Las galletas de jengibre son un clásico de la panadería europea y se comen durante todo el año, sin embargo, es en navidad cuando toman protagonismo, por sus coloridas decoraciones y formas, convirtiéndose en un postre del que disfrutan grandes y chicos por igual.

Estas casitas de jengibre son el mejor regalo que puedes hacerle a una persona muy especial en la temporada navideña. Echa a volar tu imaginación y disfruta de preparar estas casitas de jengibre en compañía de los que más quieres.

Por Nassif Romero

El pan de jengibre es como el cariño, es mejor cuando se comparte. Las personas crean casas de pan de jengibre para hacer sonreír a los demás, pero es mucho mejor cuando las construyen con la ayuda de otras personas.

Este dulce, símbolo de las festividades decembrinas, tiene una historia rica y dramática casi tan deliciosa como el propio pan de jengibre. Lo podemos encontrar en forma de casas comestibles, hombrecitos con incrustaciones de caramelo y hogazas de pan con especies.

Se cree que la raíz de jengibre se cultivó por primera vez en la antigua China, donde se usaba comúnmente como tratamiento médico. Desde allí se extendió a Europa a través de la Ruta de la Seda. Durante la Edad Media fue favorecido como especia por su capacidad para disimular el sabor de las carnes en conserva. Hay quienes dicen que Enrique VIII usó una pócima de jengibre con la esperanza de desarrollar una resistencia a la peste. Incluso hoy en día lo usamos para tratar diversas afecciones respiratorias, estomacales, cutáneas, entre otras.

Según la escritora Rhonda Massingham, en su libro Making Gingerbread Houses, la primera receta conocida de pan de jengibre provino de Grecia y data de alrededor del  año 2400 a.C. El descubrimiento de esta deliciosa fórmula culinaria se extendió por todo el mundo a través del imperio romano y, en el siglo XIV, la elaboración de figuras de pan de jengibre cautivó las cortes reales en toda Europa.

Se dice que fue la reina Isabel I de Inglaterra quien comenzó a ofrecer galletas en forma de personitas a los dignatarios que visitaban su corte como una forma de agasajarlos. Fue entonces, que el pan de jengibre decorado se convirtió en sinónimo de todas las cosas sofisticadas y elegantes en Inglaterra.

Las casas de pan de jengibre se originaron en Alemania durante el siglo XVI y con el tiempo se empezaron a asociar con la tradición navideña. Comenzaron a crecer en popularidad cuando los hermanos Grimm escribieron la historia de Hansel y Gretel, en la que los personajes principales se topan con una casa hecha completamente de golosinas en lo profundo del bosque. Sin embargo, no está claro si las casas de pan de jengibre fueron o no el resultado del popular cuento de hadas, o viceversa.

En el 2013, Texas rompió el record Guinness de la casa de pan de jengibre más grande del mundo. La receta para hacer esta dulce obra arquitectónica requirió de 800 kg de mantequilla, 3.200 kg de harina, 1.600 kg de azúcar morena y 7.200 huevos. Para decorarla se utilizaron más de 23.000 caramelos y piruletas. ¡un total de 35,823,400 calorías!

Hemos heredado el pan de jengibre de muchos tiempos y lugares antiguos, y su historia está llena de tradiciones que hemos hecho nuestras.

El pan de jengibre nos ofrece el desafío de la invención y la construcción. Cada año se llevan a cabo innumerables concursos en todo el mundo para ver quién puede crear la obra más fantástica.

Lo maravilloso de estas creaciones se encuentra en la promesa de un tiempo bien empleado, en el que podrás compartir con la familia o los seres queridos, y, por supuesto, la recompensa final al crear obras de arte culinarias.

Las galletas de jengibre son un clásico de la panadería europea y se comen durante todo el año, sin embargo, es en navidad cuando toman protagonismo, por sus coloridas decoraciones y formas, convirtiéndose en un postre del que disfrutan grandes y chicos por igual.

Estas casitas de jengibre son el mejor regalo que puedes hacerle a una persona muy especial en la temporada navideña. Echa a volar tu imaginación y disfruta de preparar estas casitas de jengibre en compañía de los que más quieres.

Por Nassif Romero