Ya sea para propósitos lúdicos, didácticos, o inclusive como herramienta de negocios, en los últimos años las experiencias inmersivas han adquirido gran popularidad en todo el mundo. Sin embargo, es tal vez en el mundo del arte en el que pueden desplegar todo su potencial.

Ese es el caso de Van Gogh: The Inmersive Experience, que, como su nombre lo indica, es una experiencia inmersiva centrada en el arte del famoso artista del siglo XIX. Por medio de una combinación de visores de realidad virtual, proyecciones de 360 grados, sonido especializado, diseño de vanguardia y museografía tradicional, los cuadros más famosos del pintor neerlandés se convierten en espacios tridimensionales que los espectadores pueden habitar y recorrer. Después de presentarse en varias de las ciudades más importantes del mundo, esta experiencia llegó a Monterrey, en la planta baja del Palacio Municipal, el 12 de octubre de 2022.

Para el protocolo de inauguración se contó con la presencia de invitados de lujo como el alcalde Luis Donaldo Colosio, así como otras autoridades, lideres de opinión y personalidades de la esfera cultural de la ciudad. Para cerrar la velada, se tenía pensando que los asistentes pudieron disfrutar de un servicio de cóctel, por lo que los organizadores del evento se acercaron a la chef Luisa González Bulnes, coordinadora de gastronomía del Instituto Regiomontano de Hotelería (IRH), para que el Instituto realizara el servicio. La chef González, a su vez, pidió apoyo a la chef y profesora Paulina Polanco, para que sus alumnos de la clase de Carnes rojas y cocina contemporánea se encargaran de la producción.

Para el diseño del menú, y dado que el servicio se daría dentro de las instalaciones de la inmersión, la chef González comentó que había que cumplir con ciertos requisitos: “algo en lo que fueron muy puntuales es que no fuera nada que se pudiera caer al piso porque era alfombra; si se cae y se pisa se va a manchar. Entonces no podíamos hacer nada que fuera muy salseado. En ese aspecto sí tuvo que ser muy pensado [el menú] para cumplir con la expectativa”. “No queríamos nada que escurriera porque como es cóctel de mano pues no hay platos”, añadió.

Así pues, se optó por diseñar un menú exclusivamente de canapés secos, que estaba constituido por los siguientes platillos:

  • Tostada de atropellado
  • Quiche de chorizo
  • Hojaldre relleno de tocino y chorizo
  • Brocheta caprece (con queso chihuahua y tomate Cherry)
  • Brocheta de ate con queso; y Crepa de jamón con queso

Para la implementación del servicio se contó con la ayuda de alumnos de todos los semestres y pertenecientes a los tres programas universitarios que ofrece el IRH: licenciatura en Artes Gastronómicas (LAG), licenciatura en Gestión Estratégica de Negocios Gastronómicos (GENG) y licenciatura en Gestión Estratégica de Negocios Turísticos y Eventos (GENTE). Y es que la gran cantidad de eventos en los que los alumnos pueden participar a lo largo de su formación profesional es una de las características que por años ha enaltecido al Instituto.

“Creo que todos los eventos en los que participamos suman a las experiencias de aprendizaje, es decir, lo veo desde el lado de ser maestra. Todo suma porque hay diferentes tipos de eventos que dentro de un aula no los puedes explicar, la única forma de explicar o entender lo que ves en el pizarrón es en la vida real”, comentó al respecto la chef González. Por otro lado, una estudiante de LAG de segundo semestre, declaró que: “lo que más me gusta de participar como voluntario en los eventos del IRH es que puedo adquirir experiencia en un ambiente conocido, es decir, con personas con las que llevo clases [y] que me puedan ir guiando”. La estudiante a su vez señaló que no tuvo complicaciones durante el evento, dado que todo estaba bien organizado. Cabe también mencionar que, aparte de González y Polanco, por parte del cuerpo académico del IRH también estuvieron presentes el chef Gustavo Rodríguez Benítez y la coordinadora académica, la profesora María del Pilar Ogando Ruiz.

Si bien el cóctel duró aproximadamente una hora, los alumnos y los docentes se dieron cita dos horas antes del servicio, esto para desplazar los alimentos del IRH a la exposición, familiarizarse con el espacio, disponer las mesas de trabajo y organizarse en dos equipos: uno encargado del montaje de los canapés en charolas y otro como meseros para ofrecerlas entre los invitados.

Los alumnos del servicio de meseros tenían varios retos por delante. Primero que nada, memorizar el menú y saber de qué estaba elaborado cada canapé en caso de que los invitados tuvieran duda al respecto –este es uno de los puntos más importantes en tener en cuenta, pues puede haber comensales que no quieran o no deban consumir cierto tipo de alimentos–; movilizarse dentro de las instalaciones discretamente cuidando de no tirar nada de sus charolas; discernir qué invitados querían comer y quienes querían seguir disfrutando de la inmersión; ofrecer amablemente sus productos a los invitados junto con una servilleta; y, por último, volver para abastecerse de más canapés. Por otro lado, el equipo de montaje tenía el reto de montar las charolas a una velocidad suficientemente rápida para que los alumnos del grupo de meseros no tuvieran que esperar entre dejar su charola vacía y recoger una llena. Al término del cóctel el equipo de meseros inspeccionó las instalaciones, cerciorándose de que no quedara basura en el suelo.

Al final, se cumplieron los objetivos por partida doble, los organizadores quedaron ampliamente satisfechos –no sólo por el éxito que tuvieron los canapés entre los invitados, sino también por la excelencia del servicio– y los alumnos del IRH tuvieron la oportunidad única de ejercer sus habilidades profesionales dentro de una de las experiencias inmersivas más reconocidas del mundo.

Por Javier Romo

Ya sea para propósitos lúdicos, didácticos, o inclusive como herramienta de negocios, en los últimos años las experiencias inmersivas han adquirido gran popularidad en todo el mundo. Sin embargo, es tal vez en el mundo del arte en el que pueden desplegar todo su potencial.

Ese es el caso de Van Gogh: The Inmersive Experience, que, como su nombre lo indica, es una experiencia inmersiva centrada en el arte del famoso artista del siglo XIX. Por medio de una combinación de visores de realidad virtual, proyecciones de 360 grados, sonido especializado, diseño de vanguardia y museografía tradicional, los cuadros más famosos del pintor neerlandés se convierten en espacios tridimensionales que los espectadores pueden habitar y recorrer. Después de presentarse en varias de las ciudades más importantes del mundo, esta experiencia llegó a Monterrey, en la planta baja del Palacio Municipal, el 12 de octubre de 2022.

Para el protocolo de inauguración se contó con la presencia de invitados de lujo como el alcalde Luis Donaldo Colosio, así como otras autoridades, lideres de opinión y personalidades de la esfera cultural de la ciudad. Para cerrar la velada, se tenía pensando que los asistentes pudieron disfrutar de un servicio de cóctel, por lo que los organizadores del evento se acercaron a la chef Luisa González Bulnes, coordinadora de gastronomía del Instituto Regiomontano de Hotelería (IRH), para que el Instituto realizara el servicio. La chef González, a su vez, pidió apoyo a la chef y profesora Paulina Polanco, para que sus alumnos de la clase de Carnes rojas y cocina contemporánea se encargaran de la producción.

Para el diseño del menú, y dado que el servicio se daría dentro de las instalaciones de la inmersión, la chef González comentó que había que cumplir con ciertos requisitos: “algo en lo que fueron muy puntuales es que no fuera nada que se pudiera caer al piso porque era alfombra; si se cae y se pisa se va a manchar. Entonces no podíamos hacer nada que fuera muy salseado. En ese aspecto sí tuvo que ser muy pensado [el menú] para cumplir con la expectativa”. “No queríamos nada que escurriera porque como es cóctel de mano pues no hay platos”, añadió.

Así pues, se optó por diseñar un menú exclusivamente de canapés secos, que estaba constituido por los siguientes platillos:

  • Tostada de atropellado
  • Quiche de chorizo
  • Hojaldre relleno de tocino y chorizo
  • Brocheta caprece (con queso chihuahua y tomate Cherry)
  • Brocheta de ate con queso; y Crepa de jamón con queso

Para la implementación del servicio se contó con la ayuda de alumnos de todos los semestres y pertenecientes a los tres programas universitarios que ofrece el IRH: licenciatura en Artes Gastronómicas (LAG), licenciatura en Gestión Estratégica de Negocios Gastronómicos (GENG) y licenciatura en Gestión Estratégica de Negocios Turísticos y Eventos (GENTE). Y es que la gran cantidad de eventos en los que los alumnos pueden participar a lo largo de su formación profesional es una de las características que por años ha enaltecido al Instituto.

“Creo que todos los eventos en los que participamos suman a las experiencias de aprendizaje, es decir, lo veo desde el lado de ser maestra. Todo suma porque hay diferentes tipos de eventos que dentro de un aula no los puedes explicar, la única forma de explicar o entender lo que ves en el pizarrón es en la vida real”, comentó al respecto la chef González. Por otro lado, una estudiante de LAG de segundo semestre, declaró que: “lo que más me gusta de participar como voluntario en los eventos del IRH es que puedo adquirir experiencia en un ambiente conocido, es decir, con personas con las que llevo clases [y] que me puedan ir guiando”. La estudiante a su vez señaló que no tuvo complicaciones durante el evento, dado que todo estaba bien organizado. Cabe también mencionar que, aparte de González y Polanco, por parte del cuerpo académico del IRH también estuvieron presentes el chef Gustavo Rodríguez Benítez y la coordinadora académica, la profesora María del Pilar Ogando Ruiz.

Si bien el cóctel duró aproximadamente una hora, los alumnos y los docentes se dieron cita dos horas antes del servicio, esto para desplazar los alimentos del IRH a la exposición, familiarizarse con el espacio, disponer las mesas de trabajo y organizarse en dos equipos: uno encargado del montaje de los canapés en charolas y otro como meseros para ofrecerlas entre los invitados.

Los alumnos del servicio de meseros tenían varios retos por delante. Primero que nada, memorizar el menú y saber de qué estaba elaborado cada canapé en caso de que los invitados tuvieran duda al respecto –este es uno de los puntos más importantes en tener en cuenta, pues puede haber comensales que no quieran o no deban consumir cierto tipo de alimentos–; movilizarse dentro de las instalaciones discretamente cuidando de no tirar nada de sus charolas; discernir qué invitados querían comer y quienes querían seguir disfrutando de la inmersión; ofrecer amablemente sus productos a los invitados junto con una servilleta; y, por último, volver para abastecerse de más canapés. Por otro lado, el equipo de montaje tenía el reto de montar las charolas a una velocidad suficientemente rápida para que los alumnos del grupo de meseros no tuvieran que esperar entre dejar su charola vacía y recoger una llena. Al término del cóctel el equipo de meseros inspeccionó las instalaciones, cerciorándose de que no quedara basura en el suelo.

Al final, se cumplieron los objetivos por partida doble, los organizadores quedaron ampliamente satisfechos –no sólo por el éxito que tuvieron los canapés entre los invitados, sino también por la excelencia del servicio– y los alumnos del IRH tuvieron la oportunidad única de ejercer sus habilidades profesionales dentro de una de las experiencias inmersivas más reconocidas del mundo.

Por Javier Romo